lunes, 2 de julio de 2007

Esperando el colectivo

Señor colectivero, páreme por favor, qué he hecho yo para disgustarle, si ni siquiera estoy enfermo ni lo he estado últimamente, soy su más fiel cliente, todos los días, mañana y tarde, y a veces todavía más.

¿Hago mucho ruido? ¿Ocupo mucho espacio? Pago mi tarifa de acuerdo a la Ley, cedo mi asiento –a veces- y en algún sentido soy más educado que usted. Le molesta mi físico, o es falta de química. Es mi atuendo raro, o el peso de mi mochila. Qué es lo que más molesta, por qué me deja esperando en la esquina.

¿El transporte será también parte de los derechos del niño?

¿Cómo quiere que le respete si no hace lo mismo por mí? Si me deja esperando aquí en la esquina con el frío que congela este invierno, o con el sol de la tarde del verano. Y me salpicas cuando llueve. ¿Cómo quiere que le quiera, cómo quiere que no insulte?

Ya vas a ver, un día de estos, tal vez me pares, y ese mismo día, me quedo abajo. Y te digo cosas sin abrir la boca.

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