La última, precisamente la última.
De un amarillo tan brillante.
Quizás si las lagrimas del sol
Tocaran la piedra blanca…
Tan, tan amarilla
Volaba, se movía ligeramente hacia lo alto.
Se fue, seguramente quería dar al mundo
Un beso de despedida.
Hace siete semanas que vivo aquí
Encerrado en este ghetto
Pero he encontrado a mi gente aquí,
Me llaman las florecillas
Y la blanca rama del castaño del patio.
No he visto más mariposas.
Aquella fue la última
Las mariposas no viven aquí,
En el ghetto.
Pavel Friedmann, septiembre de 1944.