El jarabe de la eterna juventud salió a la venta demasiado tarde para mí. Los verdaderos efectos se prometen para aquellos que no superan los 40 años, mientras que yo estoy por encima de la edad de jubilar.
Aún así, las mejoras prometidas explican ampliamente los motivos que me impulsaron a probar.
Luego de verter el líquido rosa de aceitosa apariencia, llevé la cuchara frente a la boca con un ligero templar que quizás presagia una enfermedad. Saboree la frambuesa sintética, y fui sintiendo cual savia, como el elixir se repartía por el cuerpo, fui sintiendo cómo el calor se repartía. Mis músculos se tensaron, mis ojos descubrieron una perdida luminosidad, mis oidos alcanzaron una audición inusitada.
Mientras escuchaba acercarse a mi compañera, logré sentir de nuevo un fluir hormonal de adolescente, a mi edad sólo pensarlo me produce cierto rubor y vergüenza. Durante años fui callando mientras sentía decaer mis impulsos y mis durezas, y hoy confieso esta nueva emoción.
Sentí que mi cuerpo se estiraba, que aumentaba la separación entre las vértebras, que mis articulaciones volvían a funcionar.
Cerré los ojos, sentí erguirse mi sexo. Cerré los ojos y no he podido volverlos a abrir.
lunes, 4 de junio de 2007
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