martes, 14 de agosto de 2007

El dia trece


Podría ser un lunes cualquiera, pero hoy es trece, trece de agosto.

Escribo ahora, a las 8:35 de la mañana, mientras mi alma se separa del cuerpo y mis ojos aún abiertos ven humo, vidrios rotos y gente acercándose.

Luego del gran estruendo se hizo un silencio extraño. Es cuando pones el “mute” en el televisor, o en el equipo de música. Es como la ausencia de ruido artificial, pero en el cual se mantiene un zumbido subterráneo, profundo, y aparecen cosas que antes parecías no escuchar. Lo que queda es el silbar del radiador y la queja del chofer.

Veo o percibo gente acercarse a este grupo de hierros retorcidos que es el resto del auto en el que viajaba. Oigo los primeros ruidos en la forma de pasos y la agonía del tachero.

Tengo miedo a intentar moverme. No es que sienta algún dolor –es demasiado pronto para eso-, tengo miedo de no poder moverme.

Aparecen unos ojos en el espacio que hay a mi derecha, hay una mirada a la vez temerosa y compasiva. Eso me asusta aún más. Cierro los ojos. Empiezo a imaginar cosas o recordar.

Tomé el taxi como todos los días y el auto se fue por Campos hacia Santa Fe. A la altura de Olleros, un micro que venía por el frente acarreando gente a toda velocidad en dirección opuesta a la mía, reparó muy tarde que un auto en segunda fila frenaba para doblar. Al ver que era imposible frenar, su chofer dio un golpe de timón brusco hacia las pistas que llevan el transito en el sentido contrario, en el sentido en que ibamos mi taxi y yo. Creo que dije cuidado y ayudé a despertar a mi conductor quien dio el necesario golpe de volante para alejarse del micro que alcancé a ver precisamente de frente.

El impacto que sentí no fue tal. Aún puedo escribir. Pero no puedo evitar pensar qué hubiera pasado si no se hubiera podido evitar.

Estaría sangrando en medio de los hierros. Estaría viendo esos ojos por la derecha de mi hombro, escucharía morir al tachero y estaría cerca de morir también yo.

Por eso estoy ahora aquí. Estoy en mi refugio, en mi café. Estoy metiéndome cafeína y azúcar. Esperando que el alma me vuelva al cuerpo.

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