Durante la campaña, el candidato abrió su corazón acercándose a la gente. Escuchó, habló, sintió.
No había nacido en una cuna de oro, sin embargo, ni en sus peores sueños pudo imaginar lo que iba a conocer en su recorrido por la Capital.
Nunca se consideró un hombre particularmente sensible. Más bien era el prototipo del macho que se le había inculcado desde pequeño. Pero el candidato sufrió, el candidato lloró y muchas veces por las noches no logró conciliar el sueño recordando, sintiendo, oliendo. Sentía el pecho presionado por la angustia de los espacios agobiantes en los que mucha gente vivía, por los olores, por la suciedad, por el drama del miedo profundo detrás del brillo perdido de muchos ojos.
Como iba acercándose la fecha de los comicios, el candidato fue sintiendo una nueva fuerza desconocida. Todo se inició como una ligera sensación de embriaguez o desdoblamiento casi imperceptible que fue creciendo con el tiempo. El candidato sentía que podía mirarse hablar, pensó que ya no era él el candidato. Fue un paso del que no se atrevió a hablar ni siquiera entre sus más cercanos asesores o compañeros de lista.
Su discurso frío y distante fue conectándose con la emoción. Sus palabras parecían dictadas y sintió por momentos que no manejaba autónomamente ni su lengua ni sus labios. Las palabras e ideas parecían salir aún sin su consentimiento. Por momentos le pareció escuchar la voz interior que le hablaba. La temperatura de su cuerpo cambió, parte de su peso pareció desaparecer, percibió una luz distinta en su mirar.
Cuando caminaba parecía flotar. Y el día de la elección llegó.
El candidato se instaló en un céntrico hotel. Al andar, sentía que su velocidad era distinta a la de su entorno, una paz profunda se apoderó de él.
A la hora señalada, y dejando atónitos a sus más cercanos, pidió permiso, entró a una habitación, se sacó la ropa y se recostó sobre la alfombra gris. Cerró los ojos, abrió los brazos en cruz y esperó.
miércoles, 6 de junio de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Una vez mas logras sorprenderme... me encantan tus cuentos sobre todo, me gusta como escribes desde el sentimiento más que desde la razón lo que me acerca más a tu ser creativo y sensible.
Cecilia
Publicar un comentario